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Creando estilos de vida sanos

ARACELI

Cuando leí información sobre el VIH y decía que con el tiempo iba a haber un enfermo por familia y que era terrible, pensé; esto a mi nunca me va a suceder, pero que equivocada estaba. Paso el tiempo y mi vida transcurrió normal, entre el trabajo, el estudio y la convivencia con mis amigas y mi familia. Conocí a mi esposo por una amiga, ya que esta era prima de él, quien había regresado de Estados Unidos. Un día mi amiga me dijo; que su primo me invitaba a salir y como no tenía nada que hacer ese día acepté. Con el tiempo nos hicimos novios, posteriormente tuvimos relaciones sexuales (usando condón). Un día me propuso vivir juntos y acepté, pero antes me dijo que se iba a hacer un exámen de VIH, ya que tenía dudas (siempre fue honesto en cuanto a sus anteriores relaciones), salió negativo (2001). A los dos meses de vivir juntos me embaracé y fue cuando le salieron unas ampulas en el pene, se asustó y fue al seguro, ahí le dijeron que tenía que hacerse estudios de VIH y VDRL1, entonces fue cuando salió positivo en el primero. Cuando recibí la noticia lo primero que pensé fue en el bebé que llevaba en mi vientre, lloré toda la tarde y toda la noche y pensaba en la mala suerte que tenía y por que a mi me pasaba, al día siguiente ni siquiera fui a trabajar. Acudimos al médico y este nos dijo que yo tenía que hacerme la prueba y que el bebé tenía que nacer por cesárea y no la iba a amamantar. El resultado de mi estudio fue negativo, pero aún así el miedo me invadía, estaba deprimida y no sabía que hacer. Solamente les dijimos a mis hermanas. Su prima de (F) posteriormente se enteró cuado yo le conté (de lo cual me arrepiento), mi embarazo lo pasé terrible, entre depresión, angustia y miedo, además en parte (F) me culpaba de haberme embarazado. Hasta el día de la cesárea me hice los exámenes cada tres meses, siempre salieron negativos. Al nacer la niña le hicieron la prueba también fue negativo y sentí un gran alivio, cierto día visitamos a su prima de (F) y nos discriminó, escondió a sus hijas y apenas se nos acerco para saludarnos (jamás la volvimos a visitar y un día le reclame y le dejé de hablar). Por esas fechas mis padres y su mamá de (F) se enteraron. Mis padres siempre me apoyaron, mientras que su mamá de (F) lo contó donde vivía y con eso, no pudimos frecuentarla, ya que (F) no quería que nos discriminaran a los tres. Paso el tiempo, en el 2002 (F) se sintió mal y fue cuando decidió ir a la Clínica Condesa. pero le dijeron que por el momento sólo le podían dar Bactrim, ya no regresó a la clínica. Pasó el tiempo y yo me seguía haciendo las pruebas, las cuales salían negativas. (F) Trabajaba unos meses y otros descansaba, para no agotarse tanto. Por esas fechas decidí contarle todo lo que me pasaba a mi amiga (N), quien me ayudó emocionalmente y me dio fuerzas para seguir adelante. Ella es una gran amiga. En abril de 2007 (F) no trabajaba, un amigo le habló y le dijo sobre un puesto y lo contrataron pero le aumentaron las horas por que habían despedido personal y fue cuando empezó a fatigarse, en agosto de ese mismo año dejo de trabajar por que se sintió mal, le dolía el estómago, tenía vómito, diarrea y bajó de peso, lo llevamos al médico particular, al seguro, pero el no quería ir a la Clínica Condesa, se reponía pero muy poco, entonces empezó a caer en cama, tenia escalofríos, sudoraciones, tos seca, se le empezó a caer el cabello, lesiones en la piel y aun así no quiso ir a la Clínica Condesa, lo llevábamos al médico, pero no le decíamos que tenía VIH. Desde ese momento mi angustia y mis miedos se acrecentaron mas, fue hasta enero del 2008 cuando accedió a que lo lleváramos a la Condesa, ahí lo atendieron bien, pero el doctor dijo que tenía neumonía y su Cd4 era de 14, le dio tratamiento, para ese entonces ya había bajado ocho kilos. Se recuperó, pero cuando en febrero del mismo año inició el tratamiento con Trubodin y Kaletra, empezó a tener diarrea y vómitos, estos los controlaba con otros medicamentos (llegaba a tomar hasta 10 pastillas al día), pero no lograba recuperara peso. En la clínica Condesa le hicieron estudios generales y salió bien, siempre tuvimos un buen trato, al menos con los que nos tocó tratar. Para esas fechas, yo estaba cansada, deprimida, enojada. Faltaba al trabajo, llegaba tarde, y sentía que no podía más. Mis padres y mis hermanas nos apoyaban, así como sus hermanas y su mamá de (F), también mi amiga (N) me decía que debía tener fe sí tenía muchas esperanzas de que (F) se recuperara. Nuestra hija con solo siete años, preguntaba que cuando se iba a curar su papá, yo no sabía que contestar, ella vivía junto conmigo toda la enfermedad. Un día llego a mis manos un folleto de SIPAM y decidí ir, ahí me recibieron con los brazos abiertos, por fin pude hablar con otras personas y decir lo que me pasaba, me sentí en familia y recibí su apoyo. Pero en casa las cosas seguían igual, para julio de ese mismo año (F), ya había perdido 20 kilos, el 7 de julio fuimos a lo que sería su ultima cita en la Clínica Condesa y el doctor le dio esperanzas y le dijo que se podía recuperar, ya que le habían hecho una biopsia una colposcopia y relativamente estaba bien. Cabe recalcar que cuatro meses antes (F) se quejaba de un dolor en el estomago, en esa última cita a (F) ya se le habían hinchado un poco los pies y un poco las manos, el doctor dijo que era por su anemia. Después de la cita (F) empezó a comer más, pero le dio más diarrea y el medicamento para controlarla ya no le hizo efecto, (F) se quejaba, ya estaba más deprimido, pues tenía ya casi un año sin salir a la calle, por momentos decía que no quería seguir sufriendo, para el 17 de julio ya se le veía más mal, no alcanzaba a llegar al baño, incluso tuvo que usar pañal, la diarrea no paraba, entre sus hermanas y yo lo convencimos de que era necesario llevarlo al hospital. Hablé por teléfono a la Condesa y ahí me dijeron que lo llevara al Dr. Gea González. Llegamos aproximadamente a las ocho de la noche, a las 8:20 lo pasaron a valoración, los doctores nos vieron como seres de otro planeta cuando dijimos que era portador de VIH, salimos nuevamente a la sala de espera, (F) estaba aún mas fatigado y se le veía mal con diarrea, no nos atendían, ya habían pasado las personas que llegaron después de nosotros, fui con los doctores para pedir que le atendieran, lo pasaron y le inyectaron según ellos para detener la diarrea, nos sacaron nuevamente a la sala de espera. Eran aproximadamente las cinco de la mañana cuando nuevamente fui a pedir la atención (pues en esos momentos (F) deliraba, pues decía que veía animales y cosas) El doctor me miró y me preguntó el nombre de mi esposo, entró por la hoja y dijo: A ver, ya páselo. No lo reviso, lo vio, le dije todos los síntomas que llevaba y solo me extendió una receta con Ciproflox y Kaopectate. Me dijo “Lléveselo a su casa por que aquí no hay camas aisladas y no lo podemos atender, si se pone más mal lo lleva al Hospital General, además, las alucinaciones son normales en el VIH”. Que absurdo, nos tuvieron todo ese tiempo para nada, ¿por qué?, muy sencillo fuimos discriminados, por que (F) era un paciente con SIDA, pero más aun, absurdo es que a unos días del Congreso de SIDA en México, todos los medios hablaran sobre los derechos con VIH. Desde mi experiencia vivida en ese hospital la mayoría de las cosas que que lo llevara al Dr. Gea González. Llegamos aproximadamente a las ocho de la noche, a las 8:20 lo pasaron a valoración, los doctores nos vieron como seres de otro planeta cuando dijimos que era portador de VIH, salimos nuevamente a la sala de espera, (F) estaba aún mas fatigado y se le veía mal con diarrea, no nos atendían, ya habían pasado las personas que llegaron después de nosotros, fui con los doctores para pedir que le atendieran, lo pasaron y le inyectaron según ellos para detener la diarrea, nos sacaron nuevamente a la sala de espera. Eran aproximadamente las cinco de la mañana cuando nuevamente fui a pedir la atención (pues en esos momentos (F) deliraba, pues decía que veía animales y cosas) El doctor me miró y me preguntó el nombre de mi esposo, entró por la hoja y dijo: A ver, ya páselo. No lo reviso, lo vio, le dije todos los síntomas que llevaba y solo me extendió una receta con Ciproflox y Kaopectate. Me dijo “Lléveselo a su casa por que aquí no hay camas aisladas y no lo podemos atender, si se pone más mal lo lleva al Hospital General, además, las alucinaciones son normales en el VIH”. Que absurdo, nos tuvieron todo ese tiempo para nada, ¿por qué?, muy sencillo fuimos discriminados, por que (F) era un paciente con SIDA, pero más aun, absurdo es que a unos días del Congreso de SIDA en México, todos los medios hablaran sobre los derechos con VIH. Desde mi experiencia vivida en ese hospital la mayoría de las cosas que hablan los medios son mentiras. Denuncio que por gente como ese doctor mi esposo no fue atendido rápidamente. Al salir del Hospital Dr. Manuel Gea González, nos fuimos al Hospital General, para cuando llegamos (F) ya casi no llevaba pulso, lo atendieron en urgencias, ahí lo ingresamos a las 7:30 am del 18 de julio. Me interrogaron y pero no me informaron nada sobre su estado. Fue hasta la 1:10 de la madrugada del 19 de julio cuando me llamó el infectólogo, ya lo tenían en una cama aislada, pero solo fue para decirme: “Su esposo está agonizando, es cuestión de minutos o de horas” .(F) murió a la 1:20 del 19 de julio de 2008, ya no me pude despedirme de él. Mi hija y yo somos negativas, y esa es una dicha por la que estoy agradecida con Dios. El VIH cambió mi vida, y las cosas pasan por algo, amé a mi esposo, viví con él desde un principio la enfermedad, ahora lo llevo en el corazón, así como a mi hija. A mis padres, mis hermanas, mis cuñadas, mi suegra, que estuvieron en los momentos mas difíciles les doy las gracias, pero sin olvidar tampoco las maravillosas personas que conocí en SIPAM, que sin conocerme me han brindada su apoyo incondicional y a ver la vida como una nueva oportunidad.