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Creando estilos de vida sanos

Aina, nuestra hija que sufre un trastorno alimenticio

El testimonio de una paciente con un trastorno de la conducta alimentaria nos ayuda a entender como se siente por dentro, el porqué de su estado. Del mismo modo, el testimonio de su familia, de aquellos que sufren al no entender tampoco el por qué, al verla sufrir y no saber qué hacer. Hoy, desde SETCA, queremos compartir con todos vosotros el testimonio de los padres de Aina, una niña de 10 años que no quería comer.

¿Por dónde empezar? No sé, supongo que por el principio. Nuestra hija Aina comenzó para pedir que la quitaremos del comedor del colegio. En casa empezó a no querer comer ciertos alimentos por mucha hambre que tuviera. No sabíamos qué le pasaba, pero observábamos que iba perdiendo peso.

Recurrimos al Hospital de niños y, aunque intentamos razonar con ella con la ayuda de la doctora, no había manera… Nos costó mucho que nos lo explicara y, al final, nos confesó que le daba miedo ahogarse con la comida.

Seguimos las recomendaciones de su pediatra: le dábamos vitaminas y, para comer, sólo le hacíamos lo que le apetecía, pero, aún así, cada vez comía menos, hasta el punto que llegó a alimentarse sólo de leche con galletas.

Por mucho que intentábamos razonar con ella, diciéndole que acabaría enferma y que al final no podría ni jugar con sus amigos, que no tendría fuerzas y deberíamos llevarla a un hospital, ella seguía sin comer y perdiendo peso.

¡Estábamos desesperados! Aina cada vez estaba más delgada y también más triste.

Al final su pediatra nos dirigió hacia la Unidad de trastornos alimentarios de El Hospital de Niños. En la Unidad, la Reyes, psicóloga del servicio especializado en trastornos de la conducta alimentaria (SETCA), la trató y nos dio una serie de pautas para intentar reconducir la situación, pero, nuestra hija seguía sin reaccionar. ..

Empezamos a tratarla en abril del año pasado. Al principio iba a comer cada día. ¡Fue bastante duro! No podía levantarse de la mesa hasta que acabara todo y había comidas que duraban hasta tres horas. Lloraba desesperadamente porque no quería comer.  Cuando lo lograba, salía satisfecha, feliz, por haberlo conseguido.

Hacía terapia para superar sus miedos e inseguridades.

Paralelamente, nosotros, sus padres, también teníamos reuniones con su psicóloga, Pilar (también de SETCA).

Su hermano, Arnau, también formó parte de la terapia. A él le costaba aceptar la situación de Aina.

Estas terapias en las que toda la familia nos vimos involucrados, nos han ayudado mucho a llevar la angustia de verla sufrir, podíamos hablar y sacar fuera todas nuestras preocupaciones.

Al principio no sabíamos qué hacer ni cómo actuar. Nos dieron consejos de cómo llevarlo y nos ayudaron a entender el porqué de la enfermedad de nuestra hija.

Poco a poco Aina cada vez fue comiendo mejor y variado. Le cambió el carácter, estaba más contenta y veíamos que iba ganando peso.

En junio ya empezó a ir tres veces por semana a comer en el centro y en el mes de agosto hizo «vacaciones» y no fue ningún día. Tuvimos que mantener lo que habíamos avanzado y con el esfuerzo de todos fuimos trampeando. Al volver de vacaciones tuvimos que hacer un nuevo paso adelante que creemos que fue bastante importante: la habíamos cambiado de colegio y teníamos que conseguir que se quedara a comer en el comedor y comiera lo que le pusieran. Su psicóloga preparó un plan de choque y, con la ayuda del nuevo colegio y de Aina, que quería quedarse en el comedor para integrarse definitivamente. A principios de octubre comenzó a ir un par de días y desde finales de octubre ya va cada día al comedor escolar  y, pensamos, que con bastante éxito

Nosotros seguimos tenemos reuniones con su psicóloga. Nos sigue aconsejando y dando pautas de cómo actuar en cada momento a medida que Aina va avanzando. Aún nos queda trabajo por hacer. Creemos que a nivel de alimentación está bastante bien, todavía quedan ciertos alimentos que son problemáticos pero que come, y ha recuperado un peso normal.

Ahora estamos en la «segunda parte». Tanto en el colegio y como en las terapias, se han centrado completamente en vencer definitivamente los miedos e inseguridades que la llevaron a su enfermedad.

 Aina continúa en terapia una vez por semana, donde le ponen retos semanales que debe superar. A veces lo conseguimos y a veces no. Vamos avanzando paso a paso.

Y, ya para terminar con la historia de nuestra hija…¿Qué decir de estas terapias? AGRADECIDOS, AGRADECIDOS y AGRADECIDOS. A todos. Evidentemente a sus Psicólogas, Pilar y Laura, pero también a todo el equipo. Sabemos que la han ayudado todos, siendo duros cuando era necesario pero con esa palabra de apoyo y ánimo en el momento oportuno. Son unos grandes profesionales que nos han salvado a nuestra hija. No creo que haga falta que diga nada más.

Familia Aina, paciente con trastorno de la conducta alimentaria de 10 años