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Creando estilos de vida sanos

Tarrare, la perturbadora historia del hombre que podía comer de todo

Quizás nadie en la historia haya sentido tanta hambre como Tarrare, un nombre extraño para un personaje aún más extraño y perturbador. Su biografía es la de un personaje casi de una cinta de terror. Este campesino francés nació cerca de Lyon, Francia, en 1772. Se le recuerda por su apetito voraz que lo llevaba a comer prácticamente lo que fuera.

Desde corta edad manifestó un hambre insaciable. Enseguida acababa de comer, lloraba pidiendo más raciones de comida. Se cuenta que a los 17 años Tarrare se colaba en los graneros del pueblo para comerse el pienso del ganado.

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Las crónicas lo describen como un sujeto con una boca grande, que siempre estaba sudando y emitía un horrible hedor. Los testimonios dicen que tenía pelo lacio rubio, una dentadura estropeada por la dieta y una piel tan flácida que su abdomen podía estirarse tanto que envolvía su torso con él.

Sus padres le echaron de casa y se encontró a solas en el París anterior de la Revolución Francesa.

A partir de ese momento, nuestro personaje comenzó a ganarse la vida mediante lo mejor que sabía hacer: comer mucho, sobre todo cosas extrañas enfrente de las multitudes. Comía todo tipo de objetos desagradables, incluyendo animales vivos o hasta piedras. A esta patología se le conoce como alotrofagia.

Cuando empezó la Revolución Francesa, Tarrare se hizo soldado. Al mismo tiempo, enfermó por comer compulsivamente gatos callejeros, entre otros objetos no comestibles. El general Alexandre de Beauharnais pronto vio en Tarrare una oportunidad única para llevar a cabo algunos de sus planes.

Le propuso a Tarrare ser espía y entregar secretos militares usando su estómago como mensajero. Tarrare aceptó y pronto se vio envuelto en misiones realmente extrañas. Por ejemplo, en una ocasión ingirió una caja de madera que contenía una nota para un coronel francés encarcelado.

Tarrare cruzó las líneas prusianas para ser capturado. Lo acusaron de traición a Francia y lo golpearon salvajemente. Los prusianos abandonaron a Tarrare cerca de las líneas francesas y regresó al hospital militar.

Ahí continuó con sus hábitos de comer alimentos insospechados y dañinos. Bebió sangre almacenada y mordisqueó a los cadáveres que residían en la morgue. Su hambre llegaba a tales extremos que se dice que en una ocasión llegó a quitar las vendas de los soldados heridos para beber su sangre mientras dormían.

Quizás el peor de los rumores en que se vio envuelto fue aquel en el que se le acusó de comerse a un niño pequeño desaparecido. Como Tarrare nunca lo negó, lo echaron del hospital.

Finalmente, Tarrare murió a temprana edad: tenía solo 27 años. La autopsia reveló un estado físico con intestinos supurantes y varias infecciones. Su sistema digestivo presentaba anomalías: su estómago comenzaba en la parte posterior de la garganta y continuaba hasta el fondo. Sus pulmones y el corazón estaban desplazados de manera anormal.

La autopsia tuvo que ser interrumpida debido al olor nauseabundo que emanaba de las entrañas de Tarrare.

La enfermedad que llevó a que Tarrare comiera de manera desmedida, casi monstruosa, se conoce como polifagia o hiperfagia. Se trata de una extraña enfermedad que provoca un hambre exagerada, que no se calma aunque se coma de manera desmedida. Suele originarse a causa de otras patologías, como la diabetes mellitus, hipertiroidismo, bulimia o una depresión.