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Creando estilos de vida sanos

Experiencia personales de retirada de la metadona:

Una vez llegué a la cárcel, tuve que quedarme en la cárcel por 72 horas antes de que el juez me pudiera atender. Yo estaba en el piso literlmente vomitando mis tripas. Como 12 horas antes de ver al juez, yo pedí que me llevaran al hospital, simplemente no podía soportarlo. Estaba esposado y viéndome como si tuviera una silla pegada a mi espalda, cojeé hasta la ambulancia. Puesto que no podía levantar la pierna para subirme a la parte de atrás de la ambulancia, la policía me agarró y me levantó de ambos lados y me tiró como un bulto de papas, caí de frente en la cara. Al darse cuenta el doctor de mi condición y que era severa, me dio una inyección de metadona. El alivio fue inmediato.

Me regresaron al recinto y 2 días después estaba en la misma condición. Nunca pasé por infierno semejante en todos mis días.

La intensidad de la retirada de metadona es simplemente abrumante. Nunca podría hacerlo. A propósito, hace como 5 años, un preso entró en convulsiones y al caer, se goleó contra las barras de metal y murió.
-El domingo por la mañana, marzo 30, tomé la última dosis de metadona. Había estado en 80 mgs de metadona por los últimos 6 meses.

Mi doctor, un anestesiólogo, escribe las prescripciones para 125 tabletas. Estas duran 15 días. Yo firmé un contrato con él que básicamente dice que usaré la misma farmacia, que no obtendré medicamentos de otros médicos, y que si se me acaban antes de que pasen los 15 días, simplemente me las tengo que ajustar sin ellas. A mí no me molestó firmar el contrato para nada, y he seguido todas las estipulaciones. Lo llamé el viernes para que me llenara la prescripción de nuevo. No hubo respuesta. Lo llamé de nuevo el sábado. No hubo respuesta. Lo llame a su casa el domingo. No hubo respuesta. El domingo me tomé la última dosis. Yo odio cualquier cosa que tenga tanto control sobre mí. Lo encuentro muy degradante estar dependiendo tanto de un frasco de píldoras.

El lunes llamé a su oficina. Me informaron que estaba de vacasiones esta semana. Entré en pánico… y así entraron los síntomas de la retirada. Al principio me sentí como nervioso, muy inquieto. El doctor me había dicho que la metadona no era adictiva. Eso es contrario a todo y a cualquier cosa que he oído y leído acerca de la droga. Nunca le pregunté por qué me dijo que la metadona no era adictiva. Estaba esperando que nunca tuviera que averiguarlo. Por lo que pasó mi cuerpo durante las siguientes 48 horas fue un golpe severo tras otro. Yo seguí tratando de decirme que simplemente tenía un resfriado. Me arrastré hasta la cama e hice de tripas corazón. Desde luego yo sabía que esto no era verdad, pero yo iba a jugar cualquier juego que tuviera que jugar para pasar a través de esto. Después de la tiritadera, empezaron las contracciones musculares. Sentía como si los músculos de mis piernas y después los de mis brazos fueran bandas de caucho que se estiraban al máximo y luego se contraían en una forma que no era natural. Luego llegaron los sudores, la diarrea, las alucinaciones.

Recuerdo cuando trataba de marcar el teléfono. Era un número al que había llamado miles de veces anteriormente, solo que ahora no lo podía recordar. Ni siquiera podía sostener el teléfono… Se me seguía cayendo. Mis músculos estaban fuera de control. El dolor que me había llevado a la metadona regreso multiplicado. De cierta forma extraña era como si fuera un viejo amigo. Lo conocía bien y lo entendía completamente. La combinación de los síntomas de la retirada y mi dolor eran abrumadores. Mis viejos pensamientos viejos tan íntimos de siucidio empezaron a regrezar.

Ahora ya era el martes por la mañana. Llamé al farmaceuta y le expliqué la situación. Para la 1:10 de la tarde tenía 8 tabletas de metadona. Me tomé las 8 tabletas todas a la vez. En cuestión de unas 2 horas mis músculos dejaron de gritar, mi cabeza se empezó a aclarar, y el dolor empezó a amainar.

Ahora es jueves por la mañana. Aún no me siento del todo yo mismo… pero me siento mucho mejor. El asalto a mi cuerpo había sido en realidad muy traumático… Perdí 7 libras y aún estoy muy tembloroso. La adicción es de hecho una cosa peligrosa y hay que evitarla. Debo admitir que cuando estaba en el climax de la retirada no hay mucho que no hubiera hecho para aliviar los síntomas.