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Creando estilos de vida sanos

Me llamo Garazi y soy alcohólica.

Haciendo mi inventario, ahora diría que soy alcohólica desde el primer día que mis labios probaron el alcohol. Creia que el alcohol solucionaría mis problemas, que me ayudaba ha soportar la dura carga que había sido mi infacia y para llevar ese duro saco utilizaba el alcohol. Con unos 22 años comencé ha preguntarme si no tendría problemas con mi forma de beber, ya que no conseguía beber un par de copas como hacían mis amigos y parar. Una vez comenzaba, no paraba hasta acabar borracha, bebía muy rápido, para sentir esa sensación de bienestar que me daba el alcohol, pero una vez alcanzada seguía bebiendo para no perderla y acababa tirada por los suelos. Compré libros sobre el alcoholismo, pero me engañaba a mi misma, diciendo que yo, no hacía esas cosas y así poder seguir bebeiendo. La cuestión que no quería verme reflejada en lo que leía.

Para mi, una persona alcohólica no era el que estaba en la calle, pero si lo era el lo necesitaba nada más levantarse y así comenzar ha funcionar y a mi no me ocurría eso, ya que por ese entonces, solo bebía los fines de semana, aunque ya empezaba hacer mis escapadas entre semana también. Conocía a un chico con el que me fui a otro pueblo ha montar un negocio conjunto con él, un pub. Ahí es donde comenzó mi declive. Los tres primeros años logré controlar algo, pero…mi relación se rompió, mi padre sufrió un accidente de trabajo y claro, pobrecita de mi. Tenía la excusa perfecta para seguir bebiendo. Al poco tiempo conocñi a otro hombre, el cual aguantó carros y carretas junto a mi, sospechando en silencio durante años, que algo me pasaba y no quería reconocer. Un año más tarde operaron a mi madre de un tumor cerebral, del cual se recuperó, mi padre sufrió un segundo accidente de trabajo en cual falleció. En la misma semana del fallecimiento de mi padre, acudí al funeral con la cabeza vendada, ya que me había caido por las escaleras por la borrachera que llevaba y me había abierto literalmente la cabeza. Me asusté, me asusté muchísimo pero…solo duró 15 días, el tiempo que tardé en recuperarme.

Por esos tiempo, yo ya bebía ha diario y alguna vez que otra, me asaltaban las dudas de que podría tener un problema con la bebida. Mis borracheras cada vez eran peores, había intentado empezar ha beber más tarde, no mezclar las bebidas, ponerme un tope de copas que nunca cumplía. Nada me funcionaba. Mi novio vivía fuera y yo sola, asi que…no tenía que dar explicaciones ha nadie y si las teniá que dar, me las inventaba ya que la mayiría de las veces, no recordaba con quien había estado la noche anterior, como había llegado ha casa, donde había aparcado el coche. Engañaba, ocultaba, hacía lo que fuera posible por no tener que reconocer que ya no tenía vida social, a no ser que tuviera una botella al lado de mi. El último año de llegar a la comunidad, la pasé con muchas lagunas mentales, no recordaba nada de lo que hacía esas noches. Me prometía una y otra vez, que esa sería la última vez y no era, capaz de cumplirlo. No solía repetir las salidas con las mismas personas para que no diesen cuenta de que siempre acababa borracha. Solía comprarme bebida para casa, cuando llevaba un número determinado de copas, me iba a la calle para seguir bebiendo sola, donde nadie podría controlar cuanto ingería.

Llegué ha estar tan mal que nada me importaba, me volví una irresponsable y me daba igual que mi madre perdiera todo lo que tenía por haber avalado mi negocio. Llegó un momento en que me daba igual vivir o morir, sabía que si no dejaba de beber, no duraría mucho y aún así no era capaz de dejarlo. En el fondo quería morirme en una de esas borracheras y asi dejar de sufrir. Hasta que llegó ese día en que toqué fondo. Ese 4 de agosto, en que mi tremenda resaca, me tragué ese orgullo, ese que casi me mata, y reconocí que no podía hacerlo sola. Lo había intentado, pero el alcohol me había derrotado. Y busqué ayuda, busqué en las páginas amarillas y al día siguiente me presenté,  sin pasarme el mensaje me senté en una silla y me liberé al decir. Soy Garazi y soy alcohólica. Han pasado unas 24 horas, me queda mucho camino por delante, pero no tengo orisa. Y lo se, he vuelto ha nacer. Se me ha concedido el privilegio de enderzar mi vida y hacer algo con ella. Tengo una segunda oportunidad que no quiero desperdiciar así que asisto a las reuniones,  hacer algún servicio y estar muy atenta con lo que me rodea. Sigo aprendiendo ha vivir en sobriedad y ayudo al compañero que lo pide y lo quiere. Disfruto de las pequeñas cosas que me da la vida e intento aplicar el programa en todas las circunstancias de mi vida. He conseguido mantenerme sobria, pero sobre todo, he conseguido algo que nunca pensé que lograría, estar en paz conmigo misma.

Soy GARAZI y soy alcohólica y sigo sin beber.