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Creando estilos de vida sanos

Encerrado en la Pantalla

Me llamo Martín, tengo 24 años, y quiero contar algo que, aunque parezca común, marcó profundamente mi vida: mi adicción a las redes sociales. No fue de un día para otro, pero cuando me di cuenta, ya estaba atrapado.

Todo empezó en la secundaria, con Facebook y luego Instagram. Más tarde, llegaron TikTok y Twitter. Al principio eran solo distracciones, formas de matar el tiempo. Pero con los años, comencé a sentir que mi día no tenía sentido si no publicaba algo o si no revisaba constantemente qué hacían los demás. Me despertaba y lo primero que hacía era abrir Instagram. Me dormía con TikTok. Si pasaban más de 10 minutos sin chequear el celular, me ponía ansioso.

Lo peor fue cuando empecé a medir mi autoestima con los “me gusta” y las visualizaciones. Publicaba fotos solo para que la gente reaccionara, y si no lo hacían, me sentía invisible. Comencé a compararme con personas que llevaban “vidas perfectas”, y empecé a odiar la mía. Dejé de leer, dejé de salir tanto. Mis amigos me decían que ya no estaba “presente”. Incluso en reuniones o comidas familiares, yo estaba ahí… pero con la cabeza en la pantalla.

Llegué a un punto de quiebre durante la universidad. Una noche, después de haber pasado más de 6 horas seguidas viendo TikToks, sentí un vacío enorme. Me puse a llorar sin saber por qué. Me di cuenta de que estaba solo, desconectado de la realidad, pero completamente enganchado a un mundo falso.

Esa noche fue el comienzo del cambio. No fue fácil. Primero intenté dejar el celular por completo, pero la ansiedad me ganó. Así que decidí hacerlo poco a poco: eliminé las notificaciones, puse límite de uso diario en las apps, y empecé a dejar el teléfono en otra habitación durante ciertas horas del día. Me uní a un grupo de apoyo en línea para personas con adicción digital, donde hablar con otros me ayudó mucho. También empecé terapia, y fue ahí donde realmente entendí que mi dependencia a las redes era una forma de llenar vacíos emocionales.

Hoy todavía tengo redes sociales, pero las uso con muchísima más conciencia. Sigo en tratamiento, y no voy a mentir: hay días en los que me cuesta. Pero he aprendido a volver al presente, a valorar el silencio, a disfrutar de las personas que tengo enfrente. Ahora dedico más tiempo a leer, escribir y salir a caminar sin el celular.

Mi consejo para quien esté pasando por algo similar: no te juzgues, no estás solo, y se puede salir. Pero el primer paso es aceptar que algo no está bien. Solo así, podés empezar a recuperar tu vida.