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  • Alcoholismo: Una amenaza persistente en México y el mundo

16 de June del 2025

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El alcoholismo, definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un patrón de consumo perjudicial que genera deterioro o malestar clínicamente significativo, representa una de las principales causas de muerte evitable a nivel global. En América Latina, y particularmente en México, esta problemática se agrava por la escasa cultura de prevención y tratamiento, lo que convierte al consumo excesivo de alcohol en un desafío urgente para la salud pública.

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el alcohol contribuye al desarrollo de más de 200 enfermedades, incluidas afecciones mentales, hepáticas, cardiovasculares y diversos tipos de cáncer. En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2021 reveló que el 24% de los adultos admitió haber bebido en exceso durante el último año, lo que refleja la magnitud del problema a nivel local.

Recomendaciones internacionales: un camino por seguir

La OMS y la OPS han delineado una serie de estrategias eficaces para combatir el consumo nocivo de alcohol, divididas en tres grandes áreas:

  1. Políticas fiscales y de precios: Se recomienda el aumento de impuestos sobre bebidas alcohólicas como una medida costo-efectiva para reducir su consumo. En México, el IEPS ha sido una herramienta en este sentido, pero su impacto se ve limitado por el contrabando y la producción clandestina.

  2. Restricción de la publicidad: La regulación de la publicidad dirigida especialmente a jóvenes es fundamental, ya que la exposición temprana aumenta la probabilidad de iniciarse en el consumo. Aunque COFEPRIS ha establecido normativas al respecto, su aplicación efectiva sigue siendo deficiente.

  3. Fortalecimiento del tratamiento y la prevención: La OPS subraya la importancia de integrar la atención al alcoholismo en el sistema de salud primaria. En México existen iniciativas como las UNEME-CAPA, pero su alcance es limitado, especialmente en zonas rurales o marginadas.

México: avances insuficientes y desafíos estructurales

Aunque el gobierno mexicano ha impulsado campañas de sensibilización y programas escolares de prevención, su impacto ha sido escaso. La educación sobre el alcohol suele centrarse en la prohibición, dejando de lado un enfoque más integral que promueva el consumo responsable. Además, la falta de una política nacional uniforme respecto a los horarios de venta ha generado desigualdades regionales que dificultan el control efectivo.

La OPS recomienda fortalecer las acciones en poblaciones de alto riesgo, como adolescentes y adultos jóvenes. También plantea la necesidad de implementar programas educativos desde edades tempranas y limitar la disponibilidad de alcohol como estrategias probadas.

Hacia una solución integral

La lucha contra el alcoholismo no puede limitarse a la fiscalización o a la aplicación de leyes. Requiere un enfoque multifacético que involucre educación, acceso a tratamiento, regulación efectiva y, sobre todo, un cambio cultural. Es imprescindible construir una visión de salud pública que priorice la prevención, respalde a quienes enfrentan adicciones y promueva alternativas saludables.

México cuenta con herramientas y experiencias valiosas, pero aún falta voluntad política y compromiso social para aplicar de forma consistente las recomendaciones internacionales. Como afirma la OPS, enfrentar el alcoholismo exige actuar “en todos los frentes”: desde la regulación hasta la empatía. Solo así será posible revertir una amenaza que sigue cobrando vidas y debilitando comunidades.