06 de June del 2025
https://www.revista.unam.mx/vol.9/num8/art55/art55.pdf
En la era digital, hablar de "adicción a Internet" es una simplificación que omite un punto crucial: no es la Red en sí lo que genera adicción, sino los entornos específicos que la componen. Juegos en línea, apuestas, pornografía o redes sociales son algunos de los espacios que pueden llevar a relaciones de dependencia. Esta compulsión, a diferencia de las adicciones tradicionales ligadas a sustancias, está orientada hacia actividades que, pese a no tener un componente químico, activan mecanismos psicológicos similares a los de las compulsiones o los trastornos del control de impulsos.
La medicalización de la vida social ha llevado a que casi cualquier actividad pueda ser etiquetada como adictiva, y esto tiene consecuencias médicas, sociales y políticas. Reconocer la adicción a Internet como una patología oficial podría implicar desde derechos laborales hasta atenuantes judiciales. Sin embargo, ¿se trata realmente de una enfermedad? ¿O hablamos de hábitos, pasiones, usos problemáticos o mal manejados?
Lo cierto es que la vida de muchos gira en torno a su conexión digital, desplazando relaciones familiares, laborales o sociales. Y aunque los cuestionarios como el de la Dra. Young ayudan a identificar patrones problemáticos, la negación del problema y la necesidad emocional de conexión complican su tratamiento. Para algunos, la Red llena vacíos emocionales o existenciales, convirtiéndose en refugio o soporte frente a malestares más profundos.
En este contexto, el ciberespacio ofrece un nuevo espacio psicosocial que permite expresar aspectos personales de manera inédita. Los jóvenes, sobre todo, usan redes sociales como Facebook o Messenger no solo para comunicarse, sino para “ser”. La virtualidad ofrece anonimato y control, facilitando la expresión sin el peso de la mirada ajena. Paradójicamente, muchos dicen sentirse más “auténticos” en línea que en la vida real.
Así, más que una adicción a Internet, podríamos estar ante una forma moderna de buscar sentido, pertenencia o identidad. En definitiva, quizá no se trate de una adicción a la Red, sino a lo que esta representa en nuestra existencia.