03 de June del 2025
https://www.mexicosocial.org/prevencion-del-alcoholismo/
El alcoholismo, considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un patrón de consumo perjudicial con consecuencias clínicas significativas, representa una de las principales causas de muerte prevenible a nivel mundial. En América Latina —y particularmente en México— la situación es crítica debido a la débil cultura de prevención y atención médica asociada al consumo de alcohol.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el alcohol está vinculado a más de 200 enfermedades, incluyendo trastornos mentales, daño hepático, enfermedades cardiovasculares y cáncer. En México, datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2021) indican que un 24% de los adultos consumió alcohol en exceso en el último año, reflejando la magnitud del problema.
La OMS y la OPS han delineado estrategias eficaces para reducir el consumo nocivo de alcohol, agrupadas en tres ejes principales:
Políticas fiscales y de precios: El aumento de impuestos al alcohol se ha identificado como una de las medidas más efectivas. En México, aunque existe el IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios), su impacto ha sido limitado por el contrabando y la producción clandestina.
Regulación de la publicidad: Se recomienda restringir fuertemente la promoción de bebidas alcohólicas, especialmente aquella dirigida a menores de edad. En México, COFEPRIS ha establecido regulaciones, pero la supervisión sigue siendo insuficiente.
Prevención y tratamiento: La integración del tratamiento del alcoholismo en la atención primaria es clave. Las UNEME-CAPA son un avance importante, pero su cobertura aún no alcanza a comunidades rurales y marginadas.
Aunque el gobierno mexicano ha desarrollado campañas de concientización y programas de prevención, su impacto ha sido limitado. La falta de una estrategia nacional coordinada, así como la ausencia de una verdadera educación sobre consumo responsable, dificulta avanzar. Las políticas existentes se enfocan más en la prohibición que en la formación crítica y preventiva desde la infancia.
Por ejemplo, la restricción de horarios de venta —una medida eficaz en otros países— solo se aplica en ciertas regiones del país, lo que permite un acceso prácticamente libre al alcohol en muchas zonas.
México enfrenta una crisis silenciosa con el alcoholismo. Las recomendaciones de la OMS y la OPS proporcionan una hoja de ruta clara, pero su aplicación exige más que leyes: requiere voluntad política, financiamiento sostenido y un cambio profundo en la cultura del consumo. La lucha contra el alcoholismo debe abordarse desde todos los frentes: educación, regulación, atención médica y apoyo a quienes ya sufren sus efectos. Solo así será posible revertir esta amenaza creciente a la salud pública.