20 de May del 2021
Psicología y Mente
La mescalina es un alucinógeno psicotomimético. Se trata de una fenilalquilamina alcaloide extraída principalmente de dos tipo de cactus, el mezcal y el más conocido peyote, si bien existen otras variedades de cactus como el San Pedro que también la contienen.
Inicialmente genera un sensación de euforia para posteriormente pasar a una fase de sedación. El consumo de mescalina provoca alteraciones perceptivas entre las que destaca que una visión en la que se perciben con más intensidad y brillo el color de los objetos. También suelen ver patrones geométricos.
También es habitual que se presente un aumento de la sensibilidad artística y la percepción del arte tanto visual como sonoro (motivo por el que diversos artistas la han empleado ocasionalmente). Asimismo, tiende a generar situaciones de introspección profunda y reflexión sobre la propia vida y la existencia.
Pueden presentarse visiones y alucinaciones de índole variable. La presencia de alucinaciones suele requerir dosis elevadas. En ocasiones puede haber despersonalización y pérdida del sentido del espacio-tiempo
La mescalina, al igual que otras sustancias alucinógenas, puede provocar efectos secundarios de severidad variable. Los más habituales son la presencia de náuseas y vómitos.
En casos de intoxicación es frecuente que se presenta falta de coordinación, visión borrosa, hipertermia, aumento de frecuencia cardiorrespiratoria y taquicardia, disminución de la sensibilidad y dilatación pupilar. También es habitual que aparezcan alteraciones en la percepción espacio-temporal, alucinaciones y sensaciones de desrealización.
En casos de mal viaje, es frecuente que aparezca miedo, pánico y angustia. Asimismo se puede pasar rápidamente del pavor a la euforia, hiperactividad y agresividad. Pueden aparecer flashbacks y episodios psicóticos. No se han registrado casos de abstinencia, pero sí se genera tolerancia y dependencia psíquica (si bien no física).