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Creando estilos de vida sanos

"Llevo 10 años en consumo, es estar esclavizado": el desgarrador testimonio de Diana, una usuaria colombiana sobre su relación con la heroína.

"Con la heroína empecé porque un noviecito que yo tenía se fue a trabajar en verano con los papás que tenían una gasolinera y me llevó donde sus amigos y me dijo: 'Diana, va a haber muchas drogas, por favor no pidas ni recibas nada'. Pero, pues ¡a quién le dice! Yo fui la que quise y yo fui la que la probé, yo fui la que busqué.".

Diana se frena. Mira la grabadora.

—¿Sí está grabando? -susurra.

—Tranquila, sí, sí, sí- le respondo.

—¿No quieres revisar? -quiere estar segura de que sus palabras están quedando registradas.

—No, no, no.

Se conforma, creo. Seguimos.

"La primera impresión fue de somnolencia, como estar adormilada todo el tiempo, no me gustó la experiencia".

—¿Estás cómodo? -el entorno, otros estímulos, la distraen de tanto en tanto.

—Sí, solo apoyando la cabeza en el árbol -estamos en un banco de una plaza.

"No me gustó, porque era ahí todo como dormida, me preguntaba qué es esto tan jarto (pesado, aburrido), ¿sabes?. Al principio yo lo sentí como un porro agrandado, pero sin el enchonche".

—¿Enchonche?

—Como la modorra que te da así de quedarte… —hace como que se deja caer un poco de lado—. No me gustó, al principio no me gustó.

Pero al día siguiente volvió a probar; esta vez speedball, que es heroína mezclada con cocaína.